Explorando los orígenes de la fecha
"La Saturnalia Romana", obra de André Castaigne del 1900. Fiesta de la Antigua Roma que muchos consideran origen o influencia de la posterior Navidad cristiana.
Echando cuentas, los orígenes de la Navidad o Fiesta de la Natividad de Jesús de Nazaret se pierden en las posibles mixturas del cristianismo con tradiciones paganas, por ese sincretismo no bien asumido ni aceptado a veces en la Iglesia. Lo que llegó a suelo americano era ya una tradición largamente formada y completada entre el culto religioso europeo y del oriente cristiano, recibiendo innumerables adiciones y complementos en el camino. Persisten también algunas dudas, las que no tardan en recibir respuestas, cruzando así un debate al que no siempre se llega a muchas certezas.
Siendo la fiesta más importante de la fe junto a la Pascua de Resurrección y el Pentecostés, la Navidad ha sido, también, una de las más antiguas de los cristianos. Cuenta con una temporada central que comienza con la víspera del Nacimiento de Cristo, en la Nochebuena del 24 al 25, y concluye con el período de la Epifanía y el Solemne Bautismo. Tuvo paralelismos con otras celebraciones que se superpusieron al solsticio de invierno, además, como la Saturnalia de la Roma precristiana y el Sol Invictus del mitraísmo (culto a Mitra), del imperio tardío hasta los tiempos de Constantino, aunque no se sabe bien desde cuánto tiempo antes ya estaba presente entre los paganos.
En otro aspecto, la misma fecha del 25 de diciembre, día del solsticio boreal en el Calendario Juliano, parece haber sido formalizada por el papa Julio en el siglo IV, cuando ya comenzaba a cerrarse el canon bíblico del Antiguo Testamento, además. Sin embargo, esta indicación en el calendario debió ser tomada de otras tradiciones o santorales, según alegan muchos investigadores, pues no existe una indicación de ella en los evangelios.
Los "críticos" de la fecha señalan -entre otras cosas- que Jesús no pudo nacer un 25 de diciembre, algo que sugiere el astrónomo norteamericano Michael Molnar en un trabajo titulado “Estrella de Belén. El legado de los magos”. Según él, la estrella que señaló el nacimiento de Jesús era en realidad la misma clase de conjunción planetaria y solar llamada orto helíaco que antes había coincidido con el nacimiento del futuro emperador Augusto, en el año 63 antes de Cristo, hecho cósmico que siempre recordaba el soberano para ofrecerse como alguien con un destino divino de mando en Roma.
Lo recién expuesto significa tiene dos alcances muy interesantes. El primero es que el sentido de la Estrella de Belén señalada en el Evangelio de Mateo estaría más relacionado con la vieja astrología que con la observación astronómica de corte científico, ya que este evento no pudo ser visible de manera natural pero sí habría sido pronosticable en las tablas de los practicantes de tales disciplinas, o al menos eso es lo que arguyen los creyentes de esta teoría. El otro punto, es que el nacimiento de Jesús debió darse (por paradójico que suene) hacia el año 6 antes de Cristo, cuando tuvo lugar otro evento astral similar en la constelación de Aries, a fines de marzo y durante el mes siguiente. Se dice que Aries, primer signo del zodíaco, era interpretado como un símbolo relacionado con Judea, además, pudiendo tener relación también con el concepto del Cordero de Dios. Los cálculos de Molnar llevan así a proponer la fecha del 17 de abril del año 6 antes de Cristo como la correcta para la Navidad, aunque también con algunos detractores.
Grupo escultórico de mármol del dios solar de origen persa Mitra tauróctono (sacrificando al toro), inicios del siglo III d. C., hallado en excavaciones de 1853 en la Escalera Santa, hoy en la Sala de Cultos Orientales (Sector XVI) del Museo Gregorio Profano. Representa la ofrenda del toro para dar nueva vida mientras un perro y una serpiente lamen su herida, en tanto que un escorpión ataca sus testículos. El culto a Mitra llegó a Roma a través de los piratas de Cilicia, en Anatolia, y de soldados extranjeros, primero entre clases populares y después entre patricios, y algunos creen que su veneración podría tener cierta influencia en la gestación de las tradiciones de la Navidad en tiempos paleocristianos. Imagen de la exposición "El Mito de Roma", de tesoros vaticanos.
Vista del foro Romano con los enormes arcos de la Basílica de Majencio (Massenzio) atrás. El edificio y su arquitectura fueron inspiradores de los grandes templos cristianos, en otra de las influencias del período romano sobre la religión.
Primera representación de los Reyes Magos visitando al Niño, en fresco de mediados del siglo II visible en las Catacumbas de Priscilla en Roma. Fuente imagen: sitio El Reto Histórico.
En otros aspectos, Mateo señala textualmente que el enviado de Dios nació durante el gobierno de Herodes El Grande: “Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos”, lo que sitúa su llegada al mundo entre los años 37 y 4 antes de Cristo. Nace también en el período de los pastoreos al aire libre en las colinas, según el Evangelio de Lucas 2: 8-11:
Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor.
Tales pastores habrían corrido hasta el lugar preciso del nacimiento hallando allí a María, a José y al niño en su modesta cuna, siendo los primeros testigos del evento y quienes se encargaron de comenzar a esparcir la buena nueva, según se las había revelado el ángel. Es por eso que sus figuras, a veces cargando corderos en los hombros o haciéndose acompañar de pequeñas cabritas, suelen ser infaltables en las representaciones del pesebre navideño.
Lo expuesto en el texto de Lucas señala un detalle todavía más importante, sin embargo: que Jesús debió nacer de preferencia durante la primavera boreal (entre marzo, abril, mayo y junio). El historiador judeo-romano Flavio Josefo, en tanto, indica también que Herodes murió en marzo del mismo año 4 antes de Cristo, algo “anunciado” por un eclipse lunar del día 13 de marzo de ese mismo año. Sin embargo, también se asegura establecido el evento de un eclipse lunar total en el año 1 antes de Cristo, el 8 de enero (10 en calendario juliano) y faltando unos tres meses para las fiestas de la Pascua. Herodes se indica fallecido un día 2 de Sebat en la tradición, 18 días después del señalado eclipse.
Más allá de todas las posibles dudas y conjeturas, la fecha del 25 de diciembre se instaló en el dogma hacia el año 350 después de Cristo, se cree que por iniciativa del papa Julio. Empero, se hace difícil rastrear la fiesta en tiempos paleocristianos de restricciones y persecuciones, más si retrocedemos a los orígenes, cuando el Nuevo Testamento recién se configuraba. Las revueltas políticas y permanentes pugnas entre paganos y romanos conversos no facilitan la comprensión total de los hechos.
Sin embargo, es posible que los primeros cristianos ya hayan celebrado la Natividad del Señor como una fiesta propia de su credo, pues la fecha aparece mencionada con la indicación “Natalis Invicti Circenses Missus” (“Natalicio del Invicto, Juegos Ordenados”) en el manuscrito romano “Cronógrafo” o “Calendario de Filócalo” del año 354, asociada así al Sol Invictus que Aureliano había oficializado como fiesta en el año 274. No obstante, este mismo documento incluye el capítulo Depositio Episcoporum y el Depositio Martyrum con la lista de los primeros mártires cristianos, dejando mencionado al 25 de diciembre como aquel del natalicio de Jesús: “Octavo día antes de las Calendas de enero, nacimiento de Cristo en Belén de Judea”.
Altar y fino relicario con supuestos restos de madera de la cuna y Pesebre de Belén, venerados en la Basílica de Santa María la Mayor en Roma. Confeccionado por Giuseppe Veladier hacia el 1800.
Altar del Santo Niño o Bambinello de la Basílica de Santa María de Aracoeli, en Roma. Era tradición que los niños recitaran poemas navideños ante la imagen.
Escena del Nacimiento de Belén, de camino a "americanizarse", en las páginas de "Nueva Corónica y Buen Gobierno" de Felipe Huamán Poma de Ayala, hacia 1615.
Retablo con escena del nacimiento en el Museo del Carmen de Maipú. Obra de escuela quiteña en madera tallada y policromada del siglo XVIII. Donación de doña Amparo Martínez en memoria de doña Chita Ortúzar de Blasco Ibáñez.
A mayor abundamiento, aquella es una de las más explícitas y antiguas referencias que se conservan para la Navidad, ya que el Depositio Martyrum se remonta al año 336, cuando ya había sido autorizada por Constantino. Es, además, la fecha desde la cual la nómina parte mencionando a todos los demás mártires y santos papales. Coincide con lo dejado por el obispo Hipólito de Roma, el mismísimo San Hipólito, quien dijo en su trabajo de exégesis “Comentario sobre el profeta Daniel” del año 204:
La primera venida de nuestro Señor, la que tuvo lugar en la carne, según la cual Él nació en Belén, tuvo lugar ocho días antes de las calendas de enero, el miércoles, el año 42 del reino de Augusto.
El cálculo arroja al 25 de diciembre, mismo día en que se celebraba la Fiesta de la Dedicación del Templo de Jerusalén, que había sido instituida por Judas Macabeo en el 164 antes de Cristo.
Según se cree, además, la fecha iba a ser celebrada también por los donatistas o seguidores del obispo cismático Donato Magno, en el siglo IV. Es el mismo siglo en que la viajera y escritora escritora hispanorromana Egeria testimonia la Fiesta de la Epifanía en su “Diario de Viaje”, durante sus aventuras por la ruta del cursus publicus imperial... Y, para que exista Epifanía, obviamente debe haber Natividad del Señor. La descripción que hace la autora de lo que ve en Tierra Santa coincide con los típicos ritos de la fiesta de marras, además del bautismo, las celebraciones dominicales, las lecturas de oraciones, el canto de himnos y otras celebraciones.
Ya en el siglo XII, el sabio sirio y sacerdote ortodoxo Dionysius bar Salibi aseguraba que la verdadera fecha de la Navidad era en la de Epifanía, el 6 de enero, tradicionalmente relacionada con la visita de los Reyes Magos al pesebre de Belén. La intención del religioso, sin embargo, puede haber sido desprenderse de la carga pagana que tenía la misma fecha, prefiriendo un mejor calce bíblico y coincidente con la que se celebraba como Natividad del Señor hasta que el papa Julio la trasladó formalmente al 25 de diciembre. El período entre esa fecha y la Epifanía se encuentra, además, nueve meses después de la muerte de Cristo, que se calcula entre el 25 de marzo y el 6 de abril buscando la coherencia de períodos entre los diferentes calendarios de la época.
Ya llegada a la América Hispánica, la Pascua de Navidad se perdía un tanto entre las varias otras fiestas de las celebraciones coloniales, festejadas con juegos de caballería y tauromaquia. Se convirtió en un gran ariete para la evangelización, sin embargo, acompañada también de la tradición de los pesebres de Belén y las representaciones de los autos sacramentales, que se sitúan cronológicamente en los orígenes de las artes teatrales dentro del país.
Finalmente, cabe indicar que, en la práctica, la Navidad era percibida como el final de facto para cada año. Esto se debía a que la celebración del tránsito entre el Año Viejo al Año Nuevo no estaba instituida aún en la sociedad hispánica ni la criolla.
Comentarios
Publicar un comentario