La Novena del Nacimiento del Niño Dios

"Escena de Navidad. Un nacimiento con pitos y matracas" en la revista "Zig-Zag" para la Navidad de 1911, portada ilustrada por el artista italiano José Foradori.

Paralelamente al ya iniciado rito del Adviento, a partir del 16 de diciembre comienza el período de la Novena de Navidad (nueve días) hasta el mismo día 24 que recibirá a la Nochebuena, aunque también es cierto el que algunos practicantes la concluían el 25, en la fecha central de la Natividad del Señor. Sobre su importancia para la sociedad chilena entre fines de la Colonia y primeros tiempos de la República, Sergio Villalobos dejó escrito algo interesante en su “Historia de Chile”:

La Iglesia, como gran maestra que era, organizó todo un ceremonial que excedía la liturgia oficial y hacía participar a todo el pueblo en funciones como novenas, retiros, misiones, representaciones religiosas, etc., en las que se exaltaba el nacimiento del Señor, la festividad de algún santo o se recordaba con patéticos colores la pasión del Salvador. En las primeras cobraba particular importancia la novena del niño Dios que culminaban el 25 de diciembre, fecha que se daba lugar a representaciones religiosas, a la ofrenda de primicias y al canto de villancicos de encantador sabor ingenuo o campesino. Se armaban además nacimientos o belenes, en que cientos de personajes confundía épocas y estilos dando un sabor permanente a la celebración.

Llamada o convertida en su tiempo como la Novena de Aguinaldos, muy popular en algunos países del caribe, y también identificada como la Novena del Niño en Chile, en ella se hacen reuniones entre familiares, amigos y vecinos con oraciones diarias dirigidas a Dios, a la Virgen María, a San José y al Niño Jesús, además de algunos cantos especialmente elaborados para la celebración. Muchas familias asumieron por costumbre, también, armar el Pesebre de Belén en sus hogares el mismo día 16 en que se inicia la Novena. En ciertas sociedades de fundamento cristiano, además, se realiza una comida típica en el día octavo y la gran celebración cae en el último día de los rezos, mientras que el noveno termina invariablemente con la medianoche que da nacimiento al 25, que en los hechos se asume como el nacimiento de Cristo.

La profundidad de la devoción en el período de la Novena de Navidad colonial no significaba que siempre se ofreciera en forma austera y nada alegre en los siglos XVII y XVIII, sin embargo. En su obra "Una crónica conventual. El Monasterio de las Agustinas de Santiago, 1574-1951", Carlos Peña Otaegui indica que las jóvenes educandas de la orden desplegaban en el coro de las monjas un baile vestidas con elegancia y correspondientemente ataviadas, además de cantar villancicos ante el pesebre. Estos despliegues de las agustinas en la Novena, llamada ya entonces Aguinaldo, eran "semejantes a los 'seises" de la catedral de Sevilla, bailaban una danza, desde luego lenta y grave, con acompañamiento de canto, al ritmo de las castañuelas y acompañamiento de guitarras", indica el autor.

Una de aquellas piezas que se bailaban o representaban en la ocasión por las religiosas era una extraña danza que se refería o recreaba al episodio del rey David ante el Arca de la Alianza, la que alcanzó a ser comentada por sacerdote y abogado José Ignacio Víctor Eyzaguirre, quien no lo consideraba escandaloso ni desagradable pero dentro del contexto de época y la sencillez de sus prácticas piadosas. Revisando las restricciones establecidas por el obispado de Santiago el 29 de enero de 1682, además, Peña Otaegui agrega otros detalles respecto de las mismas celebraciones en confrontación con el sentido más estricto y adusto de la propia Iglesia, casi en una actitud aguafiesta:

"No entre mujer ninguna seglar, con ningún pretexto, ni las tengan en parte donde por las puertas comunes o locutorios se puedan ver"; y so pena de excomunión, ordenaban el Sínodo: les vedamos de todo en todo, las representaciones de Comedias y Coloquios representados por ellas y en trajes profanos, como tiene mandado Su Majestad. "La Sinodo" entra en los menores detalles: en la profanidad de los gastos que desdecían de la Santa Pobreza, en la prohibición de los regalos y comidas en la novena de Navidad en que se cantaban las antífonas de Vísperas, llamadas vulgarmente "las Oes".

Imagen de San Francisco de Asís y su entorno zoológico. Su influencia sobre los ritos de la Navidad también aparecen en el período previo de la Novena.

Mapa de Santiago publicado por el sacerdote y cronista jesuita Alonso de Ovalle, en su obra "Histórica relación del Reyno de Chile i de las Mifiones i Miniftterios que exercita la Compañía de Jesús", de 1646.

Antigua figura de un Niño Dios vestido en modo festivo, procedente de la localidad de Huite, en Chiloé. Publicado en "Costumbres religiosas de Chiloé y su raigambre hispana" de Isidoro Vázquez de Acuña, en 1956. Fuente: Memoria Chilena.

La señalada Novena de Aguinaldos sería una creación del Nuevo Mundo, curiosamente: fue la propuesta de Novena de Navidad hecha por fray Fernando de Jesús, misionero franciscano del siglo XVIII, a petición de doña Clementina de Jesús Caycedo y Vélez, quien era fundadora y directora del Colegio de la Enseñanza de Bogotá. Sin embargo, si bien autores como Moisés Vargas dicen que estuvieron presentes las misas de Aguinaldo en su centuria, el siglo XIX, este se va alejando un poco de la forma original para llegar a la veremos practicada despues, por ejemplo, entre grupos católicos como el Opus Dei o el movimiento Schoenstatt, especialmente en Chile y países vecinos.

Más allá del señalado rezo de "Las Oes" del Adviento, de origen medieval y recurridas entre los días 17 a 23 de diciembre, las oraciones de la Novena requerían también de una guía y breviario propio, al menos para quienes estuviesen alfabetizados. En 1850, por ejemplo, el devoto habría utilizado para tales efectos la obra titulada “Para los nueve días del novenario de la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo”, extractando oraciones y meditaciones del sacerdote italiano del siglo anterior, el fundador de los redentoristas San Alfonso María de Ligorio, que había sido publicado ya en Santiago. Tiempo después, en 1887 aparecerá la "Novena al sagrado nacimiento del Niño Dios en Belén", de fray José Antonio de Alcaza, ex guardián del convento franciscano de Santiago, trabajo impreso en la Librería Americana. Otra guía, la “Novena del Niño Dios”, aparece con licencia de la autoridad eclesiástica en 1892, desde los talleres de la Imprenta Barcelona de Santiago.

Como curiosidad política, además, para el año siguiente el prolífico poeta y escritor Juan Rafael Allende, el anticlerical Pequén, tras volver del exilio publicó su propio “Canto a María Santísima para la Novena de Pascua de 1893”, pero con un sentido laico, poético y satírico. Allí arremete contra el diputado Carlos Walker Martínez y los vencedores de la Guerra Civil, con versos como los que siguen:

Señora Doña María:
yo soy el de Pelequén,
su devoto más humilde,
soy su cantor, el Pequén.

De ver a su tierno Niño
tengo ha dos años deseo;
mas, no he podido hasta ahora
porque me aplastó el saqueo.

Los cuñaditos de usted,
con infamia y maldad suma,
cuando tuve me robaron,
sin dejarme ni una pluma.

Por eso, ningún regalo
le traigo, Doña María,
y sólo vengo a cantarle,
con las alforjas vacías.

Desde aquella época se han continuado aportando novenas navideñas, algunas de connotados representantes de la Iglesia en Chile. Aparecieron así guías nuevas y actualizadas con licencia eclesiástica, como una que sería conocida apenas concluyó el XI Congreso Eucarístico de Chile en 1980, por ejemplo, del sacerdote Joaquín Alliende Luco: "Novena del Niño Dios. Preparando la Navidad en familia”.

"Vista de El Carmen Bajo de Santiago de Chile al mismo tiempo se ve la cordillera de los Andes". Aguada de Juan del Pozo, probablemente de fines del siglo XVIII. El original está en el Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile.

Retablo con escena del nacimiento en el Museo del Carmen de Maipú. Obra de escuela quiteña en madera tallada y policromada del siglo XVIII. Donación de doña Amparo Martínez en memoria de doña Chita Ortúzar de Blasco Ibáñez.

Fanal con escena de la Sagrada Familia en el Nacimiento de Belén. Obra del siglo XIX estilo escuela quiteña, en madera tallada y policromada, más detalles en plata, con la cúpula de cristal. Donada por el señor Víctor Figueroa al Museo del Carmen de Maipú.

"La Noche Buena en el Campo", según revista "Zig-Zag" a fines de 1905.

Tal como sucede en la tradición del Adviento, la Misa del Gallo de medianoche y al parecer también con los antiguos autos sacramentales (esas presentaciones que, en la Colonia, fueron antecedentes del teatro del país), la Novena de Navidad se mantuvo largo tiempo en el interés ciudadano y de las familias de formación católica en Chile, casi tanto como la cena de Navidad y después los intercambios de regalos. Se practica todavía en ciertos colegios católicos, clubes pastorales y algunas comunidades de fe, aún acompañada de lecturas bíblicas y meditaciones, aunque ya no parezca tan propia de las tradiciones hogareñas de nuestra época.

Empero, aunque también se trate de una costumbre devocional en retirada, grupos religiosos como la agrupación apostólica Schoenstatt todavía promueven y realizan la Novena íntegramente, dedicando cada día a la reflexión de un aspecto o personaje específico dentro de la devoción por la Navidad. Estas sesiones se acompañan con saludos, lecturas, oraciones y cantos de villancicos de despedida. De esta manera y al igual que sucede con otras agrupaciones de fe, publicaciones del movimiento dedicadas al programa anual de la Virgen del Carmen Peregrina proponen la siguiente agenda temática para el novenario:

  • Primer día: del Pesebre de Jesús.

  • Segundo día: de los Pastores.

  • Tercer día: de los Ángeles.

  • Cuarto día: de la Estrella de Belén.

  • Quinto día: de los Animales del Nacimiento.

  • Sexto día: de los Reyes Magos.

  • Séptimo día: de San José.

  • Octavo día: de la Virgen María.

  • Noveno día: del Niño Jesús.

En otro aspecto que une las prácticas actuales con las tradiciones más viejas, la presentación de la misma espera de los días en su modo de Novena de los Aguinaldos permaneció vigente y con sus rasgos originales en países como Ecuador, Colombia y Venezuela. En ella aún se pueden encontrar cantos de los llamados “gozos”, creados en el siglo XIX por la religiosa y poeta colombiana María Ignacia (Bertilda Samper Acosta) de la Compañía de María. Empero, los inevitables cambios de las sociedades actuales han ido priorizando la fiesta y jarana navideña por sobre todos aquellos aspectos más reflexivos y devotos, volviéndose esta tendencia una de las posibles razones por las cuales los inmigrantes de aquellas latitudes en Chile, por ejemplo, no parecen comprender el sentido más íntimo y familiar que se conserva para el mismo período del calendario santoral en el país anfitrión.

Finalmente, tanto el Adviento como la Novena del Niño Dios terminan en la Nochebuena, como hemos dicho, pero con la posibilidad de rezar otras oraciones más poéticas que se identifican en el breviario para recibir la Navidad. Una de las más conocidas y utilizadas en estas manifestaciones es la llamada “Oración de Navidad” atribuida a San Francisco de Asís, que dice en sus primeras estrofas:

Gritad de gozo a Dios, nuestra ayuda; aclamad al Señor Dios vivo y verdadero con gritos de júbilo. Porque el Señor es excelso, terrible, Rey grande sobre toda la tierra.

Porque el santísimo Padre del cielo, Rey nuestro antes de los siglos envió a su amado Hijo de lo alto, y nació de la bienaventurada Virgen santa María. Él me invocó: Tú eres mi Padre; y yo lo constituiré mi primogénito, excelso sobre los reyes de la tierra.

En aquel día envió el Señor su misericordia, y de noche su cántico. Este es el día que hizo el Señor, exultemos y alegrémonos en Él. Porque un Santísimo Niño amado se nos ha dado, y nació por nosotros de camino y fue puesto en un pesebre, porque no tenía lugar en la posada.

La tradición acompaña a todos aquellos encuentros ceremoniosos con el canto de villancicos, los que pueden darse en sus manifestaciones más folclóricas o campesinas, por un lado, o bien con las piezas más europeas que se han ido incorporando con el tiempo y la ampliación de la cultura popular, gracias a los medios de intercambio y comunicaciones.

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