Un preludio santoral: el Mes de María

El mes de diciembre es intenso en la actividad religiosa, ciertamente. Además de las razones obvias derivadas de la navidad, coincide con el final del Mes de María que se inicia en noviembre entre los católicos del hemisferio sur, pues en el hemisferio norte coincide con mayo. Esta tradición se remonta al siglo XIII, durante el reinado de Alfonso X de Castilla, gran devoto de la Virgen María, naciendo así una fiesta que fue traída a Hispanoamérica por los jesuitas y fomentada después por papas como Pío VII y Pío IX. Aunque la devoción original del Mes de María se relacionaba con las señaladas fiestas de mayo, factores climáticos parecen haber influido en que fuera trasladada hasta noviembre y preferida en este período.
En Chile, el Mes de María, también llamado Mes de las Flores, comienza el día 8 de aquel mes, para concluir así un mes completo después: en el 8 de diciembre, Día de la Inmaculada Concepción y cuando ya había comenzado el Adviento o la espera de Navidad. A las imágenes marianas de los templos solían llevarle coronas de flores y campanillas en este período, además de realizarse las liturgias y plegarias correspondientes a la Madre de Dios. También tenía su suerte prolongación en la Octava (ocho días), de modo que se superpone en parte además al Adviento y se sitúa muy cerca del inicio de la Novena de la Natividad del Señor.
La estructura devocional y ritual del período de la Virgen María fue organizada para los chilenos por monseñor Joaquín Larraín Gandarillas, principalmente, a la sazón rector del Seminario Pontificio de Santiago. Lo hizo siguiendo las instrucciones que había hecho públicas recientemente el papa Pío IX, otro gran promotor del culto a la Santa Madre. Este pontífice era recordado como un amigo de Chile, por su participación en la misión apostólica de 1824-1825 en el país, cuando aún era el padre Giovanni Maria Mastai Ferretti. Él proclamó el dogma respectivo sobre la limpia y pura concepción sin pecado original en la bula “Ineffabilis Deus”, hecha pública el 8 de diciembre de 1854.
Según el entonces presbítero, académico de la Universidad de Chile y futuro obispo de Santiago, Mariano Casanova, en su obra “El incendio de la Iglesia de la Compañía” de 1865, el Mes de María ya se celebraba tempranamente en el templo jesuita de Santiago: sólo dos años después del llamado de Pío IX y casi al mismo tiempo cuando Casanova se ordenaba sacerdote, además. Conocido como la Iglesia de San Miguel Arcángel de la Compañía de Jesús, estaba ubicado en donde se ven hoy los jardines del Congreso Nacional de Santiago, en Bandera con Compañía, esta última calle así llamada por su presencia allí en el pasado.
Imagen del incendio de la Compañía de Jesús, en el Día de la Inmaculada de 1863. Fuente: "Fotógrafos en Chile durante el Siglo XIX", Hernán Rodríguez Villegas.
Romería popular del Día de la Inmaculada hasta el Santuario de la Virgen del Cerro San Cristóbal, en diciembre de 1909. Imagen publicada por la revista "Sucesos".
Virgen de la Inmaculada Concepción del santuario del cerro San Cristóbal, con la inscripción de la compañía a sus pies.
Altar de la Virgen de la Purísima o Inmaculada Concepción, en el templo jesuita de Calera de Tango, con la más valiosa de tres figuras coloniales que fueron sustraídas en septiembre de 2016. Se la consideraba uno de los mejores ejemplos del trabajo escultórico sacro de los jesuitas germanos en Chile.
Imagen de la Inmaculada Concepción en el templo de la Recoleta Franciscana de Santiago, a un costado del nivel del presbiterio.
En el mismo texto de Casanova, además, podemos leer algo sobre el importante rol que tuvo el entonces cuarentón presbítero Juan Bautista Ugarte en la popularidad de la fiesta en Santiago:
Por el año de 1856 se celebró por vez primera el Mes de María en la Compañía, y para contar con recursos bastantes y seguros en adelante, el Presbítero Don Juan Ugarte fundó una sociedad llamada de las Hijas de María que, erogando anualmente cinco francos, sostenía el culto de la Santísima Virgen. La concurrencia llegó a ser inmensa, y la pompa con que se hacían las funciones, espléndida. Asistían diariamente al Mes de María millares de personas, en especial mujeres, llenando a veces hasta el vestíbulo y galerías exteriores de la iglesia. La Congregación mencionada tenía también una reunión los miércoles de cada semana, celebrándose en la mañana una misa y haciéndose por la noche después del sermón la exposición del S. Sacramento. Muchos de los asociados pedían al Director recomendase a las oraciones de la Congregación sus diversas necesidades, más o menos como se hace en algunas iglesias de Europa; y aumentándose extraordinariamente las demandas, el Director, Presbítero Ugarte, preparó un buzón en el que cada cual exponía por escrito su petición.
Como consecuencia de aquella relación temporal estrecha con la conclusión del Mes de María, sin embargo, una de las navidades más tristes de la historia de Chile tendría lugar el 8 de diciembre 1863, en pleno festejo de la Virgen, cuando el fuego de las lámparas alcanzó a parte de la decoración dentro de la Iglesia de la Compañía y se desató en Pandemónium. Los pormenores de la catástrofe, una de las peores del mundo en cuanto a incendios en territorio urbano, fueron detallados con miradas muy diferentes pero ilustrativas, por autores como Casanova en su señalada fuente y, desde un lado más crítico de la Iglesia y hasta anticlerical, por don Benjamín Vicuña Mackenna.
Se calcula que entre 2.000 y 3.000 personas perecieron
atrapadas dentro del templo jesuita aquella aciaga noche, la mayoría de ellas mujeres.
“¡Qué triste Navidad para Santiago, donde había muy pocas familias que no
estuvieran de duelo, y qué triste fiesta también para mí!”, escribía recordando
aquellos días el alemán Paul Treutler, quien justo se preparaba para marcharse tras 12
años de aventuras en Chile. El saldo positivo de la tragedia, además de las
medidas de seguridad que comenzaron a hacerse norma, fue el llamado y rápida
creación del Cuerpo de Bomberos de Santiago, fundado el 20 de diciembre
siguiente, casi encima de la Navidad, por lo que esta noble institución guarda cierta relación emocional con las fechas de diciembre en la capital, por las mismas razones.
Tiempo más tarde, Santiago pudo contar con el Santuario de la Inmaculada Concepción en la cima del cerro San Cristóbal, lugar que partió con la gran inauguración de la estatua mariana el 26 de abril de 1908, fundida en los talleres de la casa de metalurgia artística Val d'Osné de París. Nacido de la iniciativa del arzobispo de Santiago, monseñor Mariano Casanova, el santuario logró ser completado con donaciones particulares y desde ese mismo año motivó una romería anual de cada 8 diciembre, tradición que se mantuvo por varios años.
Actualmente, uno de los casos más populares de participación ciudadana en el fin del Mes de María está representado en la famosa peregrinación hacia el Santuario de Lo Vásquez, en Casablanca. Para muchos, esto marca la partida de las actividades patronales de diciembre, en general. El centro religioso está consagrado desde el 8 de diciembre de 1913 a Nuestra Señora Purísima de Lo Vásquez, en un terreno que había pertenecido al señor Vicente Vásquez pero donde el posterior propietario, don José Ulloa, construyó la primera ermita que atrajo a devotos y fieles, en donde oficiaba un párroco hacia 1850.
Sucedió entonces que, al verse desbordado por la cantidad de gente que llegaba hasta el lugar y hallándose la capilla vieja en mal estado, en aquellos días debió ser trasladada la imagen de Lo Vásquez, en una modesta nueva capilla. Fue así como llegaron el culto masivo y las peregrinaciones copando el actual recinto junto a la carretera hacia Valparaíso, hasta donde arriban año a año los fieles. Su iglesia hoy visible allí comenzó a ser construida en 1908, tras dos intentos que se vieron frustrados por los terremotos.
La misma advocación mariana sobre el sagrario de la Parroquia San Antonio de Chépica, Provincia de Colchagua.
La figura que da nombre a la Iglesia Parroquial de la Inmaculada Concepción de Talagante.
Inmaculada Concepción de la Iglesia Corpus Domini, en calle Santo Domingo, barrio Brasil.
Cada andada multitudinaria a Lo Vásquez cuenta con el favoritismo masivo de los caminantes y ciclistas que se
apoderan de la Ruta 68 entre Santiago y el puerto, cerrada al tránsito
vehicular para la ocasión. De alguna manera, casi permite preparar el estado físico para las comilonas
e ingestas de bebida que se vienen un par de semanas después, además. Mucha de
la decoración que llevan los propios peregrinos hasta los campamentos que se
forman dentro del enorme recinto, tienen la estética y el estilo de la
decoración navideña, de hecho. Es imposible que el floreciente clima pascuero no toque ya corazones y expectativas de los presentes.
Otro caso interesante es la fiesta “chica” de la Virgen de las Peñas, en la nortina quebrada de Livilcar. Se llega al santuario a pie, entre un paisaje primigenio de rocas y quebradas al interior del Valle de Azapa. La fiesta principal tiene lugar el primer domingo de octubre, por lo que la del 8 de diciembre corresponde a una versión más pequeña y localista al santuario de Livilcar, aunque impregnada del ambiente alegre y los preparativos para la Navidad que viene en curso seguro. Aunque no suele llegar a la cantidad de personas y bailes que concurren a la fiesta principal en la primavera, no deja de ser un encuentro interesante y masivo que se hace coincidir con el Día de la Purísima, justamente, tal vez como parte de la llamada “chilenización” cultural de estos territorios tras ser incorporados al país durante la Guerra del Pacífico.
Es la Fiesta de la Purísima de Chañaral, en tanto, conocida allá cómo La Inmaculada a secas, se realiza una procesión y bailes devocionales en la Parroquia Nuestra Señora del Carmen y su entorno, siendo la segunda fiesta religiosa más importante y concurrida de la ciudad minera después de las que se realizan para San Pedro. Y en la región del Maule, en cambio, en la zona productoras de cerezas en Romeral, en la misma fecha se realiza la llamada Bendición de las Guindas, con mucho vino, pollos guisados y empandas de horno, además de paltas, aceitunas y frutas varias. Hoy es una fiesta grande y turística, con ferias.
La atención por la Virgen María no se acabará con el cierre de su mes cada 8 de diciembre, sin embargo: todo el período de espera de la Navidad e incluso en el final de la misma, estará marcado por las alabanzas hacia su figura, como madre del Niño Dios y la entidad más relevante a la fe después del mesías en la fe católica y su interpretación de los evangelios. Sin embargo, mientras el rito del Adviento y la propia Navidad parecen unir en una misma creencia a católicos y protestantes, las diferencias del cristianismo quedaron a la vista durante todo ese preámbulo para recibir diciembre, con el mismísimo Mes de María.
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