El origen del aguinaldo de Navidad como beneficio laboral
Una pequeña pero interesante reflexión sobre "Los Aguinaldos" en las páginas de "El Diario Ilustrado" de Santiago, viernes 1 de enero de 1925.
Existen muchas leyendas populares y hasta fantasías relativas al origen y la práctica de la tradición de los aguinaldos navideños en Chile. De hecho, algunos grupos políticos hoy se adjudican con desparpajo y altanería el "honor" de ser quienes supuestamente lograron que los trabajadores chilenos tuvieran este beneficio para las celebraciones de Fiestas Patrias y las de diciembre, cuando lo concreto es que el aguinaldo proviene de tradiciones religiosas y folclóricas, por un lado, y por el otro no estar establecido obligatoriamente en la legislación de Chile vigente en la actualidad, menos para el sector privado.
El concepto del aguinaldo es amplio y antiguo, sin embargo, razón por la que se lo hace sinónimo también de los obsequios navideños dados entre Nochebuena y Epifanía, así como de misas y cantos populares que se inscriben en entre los villancicos del mismo período y que, según recordaba Oreste Plath en "La baraja de Chile", eran los favoritos de los campesinos para cantar ante el pesebre de Belén en el pasado. En tiempos coloniales de Hispano América se hablaba también de la Novena de Aguinaldos, fiesta coincidente con la tradición de espera del Adviento y que incluía cantos, rezos y reflexiones de Navidad aún practicadas en Colombia, parte de Venezuela y algunas comunidades de Ecuador.
Etimológicamente, se ha propuesto que el aguinaldo tendría su origen en la expresión en latín "hoc in anno", traducible como "en este año" y que se empleaba como estribillo o muletilla en algunos cantos populares. Existe también la alteración fonética aguilando, que aún se emplea como sinónimo de regalo navideño entre algunas comunidades hispanohablantes. Su relación no es sólo con el obsequio o regalo, sin embargo, sino que involucra un trasfondo de recompensa o merecimiento para quien lo recibe en el caso de los beneficios laborales. Con el desarrollo del mundo de la empleabilidad comercial, administrativa e industrial, entonces, el aguinaldo comenzó a quedar vinculado a la idea de un beneficio salarial directo y de acto de retribución hacia los trabajadores y empleados, interpretación informal que ha prevalecido hasta nuestros días.
En su raíz histórica, sin embargo, el aguinaldo de nuestro tiempo y los obsequios navideños en general con el equivalente
a los regalos que se daban como buenos deseos entre los romanos al inicio de
cada año y que recibían el nombre de strenae. Hay alguna información interesante sobre
todo esto en
dos antiguos artículos titulados "De los aguinaldos o regalos de Año Nuevo" y "Del origen
de los llamados años, y estrecho de Año Nuevo y Día de Reyes", ambos de Basilio
Sebastián Castellanos, publicados en el décimo tomo con la complicación del
"Semanario Pintoresco Español", de la Imprenta de D. V. de Lalama, en Madrid,
1845. Han sido la base de información de muchas reseñas actualmente disponibles, de hecho.
Los strenae surgen en los tiempos del rey sabino Tito Tacio en el siglo VIII antes de Cristo y consistían principalmente en ramas con flores de verbenas silvestres llevadas como ofrendas al comenzar el año. De ahí la relación etimológica con estreno, estrenar, además, existiendo así el concepto del calendariae strenae con el que se abría cada 1 de enero, llamado Fiesta de Strena o Strenua, diosa patronímica de la fecha. Después se extenderían a las Saturnalias de diciembre y los regalos serían de todo tipo, no sólo florales, aunque el emperador Tiberio volvió a disponerlas sólo para el comienzo de enero durante las primeras décadas de nuestra era.
Con el correr del tiempo, la noción del aguinaldo se había ido expandiendo por Europa y las humildes florcitas que antes eran cortadas en los bosques sacros comenzaron a ser reemplazadas por banquetes, piezas de metales preciosos, muebles o piezas artísticas. Muchos miembros de la nobleza exigían aguinaldos a sus subordinados o protegidos, además, los que eran cumplidos con grandes sacrificios según todo sugiere. Otros fueron gestos de generosidad auténticos, como los canastos que algunos campesinos dejaban afuera de sus casas con productos de temporada, como frutas y bocadillos, para que los tomaran quienes pasaran por allí.
La relación con el concepto del obsequio de Navidad y los aguinaldos tomados por adopción entre las prácticas cristianas es evidente: se hizo manifiesta en los regalos o donarias que se hacían en la fiesta de los bautismos y, ya en tiempos medievales, en los intercambios de regalos de Pascua y Navidad, muy conocidos en toda Europa hacia el siglo XVI. Fueron los cristianos, entonces, quienes irían desplazando el sentido de estos obsequios al contexto de la Natividad del Señor, en el período entre la Nochebuena y la Pascua de los Reyes Mayos, justo en el cambio de año.
Sin embargo, no parece un dato menor
el que las tradiciones judías consideren para la celebración del Hanukka, coincidente con el mismo período (día 25 de Kislev en el calendario judío), el regalo de dinero o guelt a
los niños y jóvenes, generalmente en monedas que también son tomadas como
amuletos de buena suerte. Esta tradición -más cercana a lo que se entiende hoy como aguinaldo salarial- es mencionada en el siglo
XVIII por el sabio judío Maguen Abraham, quien la señala practicada
entre discípulos y aprendices pobres, beneficiados en el período con aportes de dinero
por parte de sus protectores o maestros. A su vez, la costumbre se habría formado entre grupos
judíos de Polonia en el siglo XVII, según informba el rabino y cronista
contemporáneo Abraham P. Bloch.
Entre los primeros indicios consolidados de un aguinaldo con alcances monetarios o de remuneración extraordinaria para el mundo laboral está el caso de Francia, con variaciones populares de los llamados étrennes cortesanos o regalos derivados de la vieja costumbre romana ya descrita, como se lee en el "Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias y Artes" de la casa editorial Montaner y Simón, publicado en Barcelona en 1898. Seguían relacionados con los festejos de inicio de año, por lo demás, agregando que había prácticas parecidas en el lejano Oriente:
En 1793 dictóse un edicto suprimiendo los étrennes; pero la protesta fue general, pues entonces ya era costumbre dar de étrennes las propinas a los mozos de cafés, peluqueros, cocheros, etc. La doble costumbre de los regalos y propinas (aguinaldos en uno y otro caso) se ha conservando, no sólo en Francia sino en toda Europa. Es verdad que fuera de Europa también existe, pues en China, según el P. Hue, todo el mundo se viste de fiesta el día primero del año, se hacen visitas de pura fórmula y etiqueta, se cambian regalos, se juega, se asiste a festines, a ver comedias, saltabancos, etc. y se queman fuegos artificiales. En Japón sucede lo mismo.
Curiosamente, en la Francia actual aún suele llamarse étrennes a los aguinaldos del período navideño. Su relación con el antiguo strenae romano salta a la vista, así como su calidad como eslabón conector entre el concepto clásico del obsequio de fin de año y el beneficio monetario del mundo laboral en nuestro tiempo.
El período entre fines del siglo XIX e inicios del XX parece ser el de gestación de las tradiciones de aquel aguinaldo monetario ya consolidado. En la Italia fascista se instalará la tredicesima mensilità en 1937, inicialmente dada a los obreros industriales y, ya después de la Segunda Guerra Mundial, a todos los trabajadores y empleados. Este mismo concepto, traducible como "decimotercera mensualidad", se conocerá también en Hispano América, razón por la que en Ecuador el aguinaldo navideño recibe el nombre de décimotercer sueldo, calculado generalmente como 1/12 parte del total anual de salarios recibidos.
En Chile, en cambio, los aguinaldos fueron propiciados tempranamente desde ámbitos tan diferentes como la Iglesia y el comercio, aunque nunca han salido del marco de las remuneraciones no regulares; es decir, las que no se pagan mes a mes, sino cada en forma ocasional o en un período específico del año. A diferencia de lo que sostiene el mito, esto sucedía desde antes que comenzaran a ser considerados un derecho adquirido de los trabajadores, tanto así que los aguinaldos que fueron pasados y exigidos por ley en el país tuvieron en realidad un carácter extraordinario o de ocasión única.
Cierta importancia tendría en aquella configuración de las tradiciones del aguinaldo y las celebraciones la actividad del mundo minero al norte del país, para campamentos salitreros, argentíferos y cupríferos, aunque fue compartida también en las carboníferas de más al sur con grandes fiestas para la ciudadanía en Lota Alto, por ejemplo. Empresas como la estatal de ferrocarriles y la firma Chilectra, en tanto, introdujeron también las fiestas de personal y sus familias en la capital, con Santa Claus incluido, como una suerte de extensión o complemento al aguinaldo navideño, buscando afianzar así las relaciones con los empleados y la gratitud de estos para con la entidad. Chilectra, de hecho, realizaba encuentros de este tipo en la Plaza de Armas de Santiago hacia 1930, trasladando después y por largo tiempo más aquel encuentro hasta su propio estadio deportivo en Independencia, en donde se festejaba con eventos artísticos y regalos de juguetes a los hijos de los empleados.
Tarjetas españolas gremiales para la Pascua de Navidad, de tiempos victorianos. Imágenes publicadas por el investigador y cronista barcelonés Alfred López, en el sitio 20 Minutos. También están relacionadas con la tradición original del aguinaldo.
Mitin del Partido Obrero Socialista en calle Bolívar de Iquique, en abril de 1913. Aunque el sindicalismo y los movimientos obreros siempre han estado atentos al cumplimiento del aguinaldo como un derecho adquirido de los trabajadores, lo cierto es que no figura como una obligación general en la legislación chilena. Fuente imagen: archivos digitales del Museo Histórico Nacional.
Un Viejo Pascuero en un acto navideño de la compañía Chilectra en la Plaza de Armas de Santiago, en la Navidad de 1930. Era la fiesta familiar que realizaba la empresa para los empleados y sus familiares, que incluía regalos de juguetes. En cierta forma, esta clase de encuentros complementaban al aguinaldo salarial extendido para los empleados.
Volante de saludos navideños de los trabajadores recolectores de basura en la comuna de San Pedro de la Paz, en la provincia de Concepción, año 2017. También proviene de las tradiciones del aguinaldo el aporte o propina que los hogares dan a estos empleados durante el período de Navidad, en este caso extendido por los propios usuarios.
Cosas parecidas sucedían en el campo, además, cuando los patrones o vecinos más desprendidos de un poblado o localidad accedían a financiar alguna celebración de peones, inquilinos o trabajadores, más o menos de la forma que lo hace un alférez en las fiestas religiosas patronales de territorio nortino. Cuando no habían tales muestras de generosidad, sin embargo, es posible que hayan comenzado a incubarse los sentimientos y convicciones colectivas sobre el derecho a aguinaldo entre los afectados.
Dicho de otra manera, la permanencia del aguinaldo en la usanza de Chile se sostenía desde la religiosidad, la tradición o la mera generosidad, y a veces también del capricho. En rigor, no obstante, carece hasta ahora de un respaldo legislativo estable, al contrario de lo que sucede en países de la región como Argentina, Brasil o Bolivia. Por esta razón, el conservador periódico "El Diario Ilustrado" observaba bajo el título "Los aguinaldos" en su edición del 1 de enero de 1925, recién pasadas todas las fiestas de fin de año:
Entre otras manifestaciones de júbilo y esperanzas, sonríe con amargura la miseria, pensando en el egoísmo de los que disfrutan los placeres de la fortuna. Los juguetes de los niños huérfanos y los aguinaldos de los trabajadores, deben ser obligaciones sagradas. Dejar en estos días sin juguetes a los niños, es como cortarles las alas de su alegría, la inocencia necesita expansiones y sus juegos son la gloria de su vida. No hay que perder nunca la ocasión de dar; es una de las más grandes satisfacciones espirituales.
(...) ¡Que todo los que esperan reciban el aguinaldo como un estímulo al trabajo que dignifica y al cumplimiento del deber!
A pesar de la informalidad, el aguinaldo suele entregarse en Chile durante la primera semana de diciembre y los días previos al Año Nuevo, tanto para el mundo privado como para el público. Este último sector, el de lo funcionarios, involucra a veces un reajuste de remuneraciones pero también debe ser establecido por ley específica. Esta es la razón por la que grupos políticos que van desde aquellos con fundamento en la Doctrina Social de la Iglesia hasta los sindicalismos revolucionarios consideran que el aguinaldo es un derecho de los trabajadores a la altura de los días de descanso y las vacaciones pagas, más allá de velar que se cumplan como tales en la práctica.
En otro aspecto, algunas casas comerciales también presentaban como aguinaldos para su público jornadas en las que regalaban algunos productos a los concurrentes. Recién pasada la Navidad de 1934, por ejemplo, la Casa Jimenes de Rosas 1062 de Santiago anunció el obsequio de cornetas a quienes concurrieran a la liquidación de juguetes, seguramente saldos de la fiesta. Teatros como el Baquedano, en cambio, ofrecieron funciones de cinematógrafo a modo de aguinaldo dirigido a los niños, mientras que en el Victoria el comediante Lucho Córdoba bajó a repartir juguetes entre los infantes, ese mismo año.
Las tradiciones de los aguinaldos están relacionadas también con otras antiguas prácticas como las cajas o canastos de Navidad, los que se regalan con muchos productos alimenticios o pertenecientes a la misma temporada, especialmente pensados para la Nochebuena o el Año Nuevo. Antes se vendían como cestos con productos de cierta refinación, pero sus presentaciones en el comercio las han ido haciendo más accesibles y populares, tanto para festejar en diciembre como en las Fiestas Patrias de septiembre.
Algo muy parecido es lo que sucede con las tarjetas de saludos navideños que todavía dejan en cada hogar algunos trabajadores como los recolectores municipales de basura o los carteros de zonas rurales, recibiendo un aporte de vuelta por parte de los vecinos, generalmente en dinero o acompañado de algo para comer y beber, en un perfecto ejemplo de aguinaldo al estilo clásico. En el pasado era común que los comerciantes ambulantes, serenos, lecheros, vigilantes y otros gremios "en terreno" recibieran de los usuarios o clientes esta clase de premios de la temporada Navideña tal como vimos para el caso francés, también en el concepto del aguinaldo como beneficio para ellos dentro de su marco de quehacer laboral.
La instalación progresiva del concepto de aguinaldo como derecho adquirido del trabajador se fue tornando especialmente fuerte con el correr de los años. Esto se haría arma de doble filo, sin embargo: cuando los obreros del sindicato de la desaparecida planta industrial Alumco, de avenida Vicuña Mackenna 2585, se negaron a aceptar las soluciones planteadas por la empresa tras dos meses de discusiones y hasta subiendo las exigencias de su pliego de peticiones, la firma los castigó privándolos del aguinaldo navideño de aquel año 1970. Los trabajadores se fueron a huelga el martes 22 de diciembre, apoyados y alentados por elementos afines al gobierno de la Unidad Popular recientemente asumido, pero no pudieron revertir el hecho de haberse quedado sin este beneficio en las fiestas pascueras de aquel mes.
Más tarde, lo dispuesto en el Decreto Supremo N° 1.324 del 5 de enero de 1972 permitió que organismos como la Corporación de Mejoramiento Urbano (CORMU) firmara el primer Convenio Colectivo del Trabajo y la representación de sus 3.000 operarios en febrero siguiente, en donde se establecían asignaciones especiales como el aguinaldo de Navidad. Sin embargo, prevalecía en el tiempo la cualidad no obligatoria del mismo, incluso el de Fiestas Patrias.
Así las cosas, las leyes que ponen en tabla de obligación pública y privada a los aguinaldos han sido más bien excepciones. Uno fue el Decreto Ley N° 782 del Ministerio de Hacienda, publicado el 4 de diciembre de 1974 probablemente en atención a la difícil situación económica, y que decía en su primer artículo:
Concédese a todos los trabajadores del sector público, empleados y obreros, incluidos los Ministros de Estado, los Alcaldes y las personas contratadas a honorarios asimilados a un grado, que se encuentren en servicio el 1º de Diciembre de 1974, por una sola vez, un aguinaldo cuyo monto será equivalente, para cada trabajador, a la cantidad que, por concepto de asignación familiar y maternal, le corresponda recibir por dicho mes. Para el solo efecto de determinar el monto de este beneficio, se presume que el trabajador tendrá derecho a gozar durante el mes de Diciembre de 1974 de asignación familiar o maternal completa por cada una de sus cargas reconocidas.
Años después, desde el Ministerio de Hacienda se emitió el Decreto Ley N° 18.190 publicado el 15 de diciembre de 1982, en donde el aguinaldo obligatorio de aquella Navidad quedaba acotado "a los trabajadores del sector público, a los pensionados de Cajas de Previsión y a personas acogidas a programas de absorción de cesantía". Reaparecen leyes para aguinaldos navideños específicos en casos como los de 1986 a 1989, reapareciendo a partir del año siguiente, ya en tiempos del retorno de la democracia al país, generalmente dirigidas al sector público y con instrumentos como el "bono Navidad" formando parte del beneficio.
A pesar de la falta de legislación obligando al aguinaldo monetario y de vigencia extendida, este se respeta en Chile en más de 90% de las empresas privadas de acuerdo a datos publicados por la Cámara Chilena de la Construcción. Se vuelve compromiso cuando es fruto de negociaciones colectivas o figura en el contrato, así como no puede extenderse a sólo algunos empleados mientras a otros no, generalmente considerando antigüedad. La excepción al cumplimiento puntilloso suele darse en empresas pequeñas o en etapas iniciales de crecimiento, según parece. Diciembre llega a estar dividido en dos cuotas para esto: una inicios del mes, destinada a la Navidad, y otra hacia la tercera o cuarta semana, destinada al Año Nuevo, eso sin contar los aguinaldos de vacaciones que, cuando existen, se entregan de preferencia en verano, aunque este aporte aún no está tan generalizado como los otros. Cuando aparece la mencionada caja extra de mercadería o regalos para consumir en Navidad, además, suele hacerlo en los días previos a la Nochebuena.
La indivisible relación del aguinaldo con el obsequio navideño se preserva en nuestro tiempo, a pesar de los cambios y modificaciones en la comprensión del mismo, en donde ha llegado a ser reemplazado con depósitos automáticos a las cuentas y el obsequio de las deshumanizadas gift cards. Para todos los casos, sin embargo, subyace algo del sentido original que dio principio a estos gestos de desprendimiento y convivencia, en una de las pocas fechas de profundidad espiritual que quedan en Occidente, incluso para quienes no comparten el sentido de fe que involucra la fiesta navideña.
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