Pascua de los Negros o Reyes Magos y Santo Bautismo
Disfrazados y maquillados en una fiesta de la Pascua de los Negros, en el International Sporting Club, enero de 1914.
La tradición de las Pascua de los Reyes Magos o Día de la Epifanía solía cerrar las fiestas religiosas derivadas de la Natividad del Niño Dios y, por lo tanto, ponía conclusión a la temporada navideña. No es casual que, en otros tiempos y lugares, los obsequios para los niños se hicieran muchas veces en ese mismo 6 de enero, conocido en Chile como la Pascua de los Negros. Esto, porque es la fecha santoral en la que se supone llegaron los Reyes Magos hasta Belén siguiendo la estrella que se detuvo justo encima de donde estaba el recién nacido: allí hicieron su visita regalando oro, mirra e incienso como ofrendas. La fecha en el calendario era, también el momento en que se guardaban los pesebres y retablos del nacimiento, así como los árboles navideños y adornos de las residencias, guardados en alguna caja hasta la próxima Navidad.
Los
Santos Reyes Magos de Oriente constituyen uno de los capítulos más
curiosos
y misteriosos de los Evangelios, particularmente en el Libro de Mateo,
involucrando en su historia mucho también de la mitología cristiana. El
mismo número de los tres personajes y el título de reyes no aparecen así
señalados en la Biblia, sino en convenciones del siglo III, muy probablemente por
los tres regalos que llevaron al Niño: oro por ser un rey, incienso por su rasgo divino inmortal y mirra por su condición de hombre mortal. Si bien las representaciones
artísticas con ese número específico de visitantes del Nacimiento se normalizan con el correr de los siglos, hay antecedentes tales como un fresco siglo II visible en las Catacumbas de Priscilla, Roma, el más antiguo conocido representando a los reyes Reyes Magos, en donde ya se ve que son tres, cada uno con un color diferente.
Completando su leyenda e iconografía, la tradición los ha llamado
Melchor,
Gaspar y Baltasar, asignándole incluso las tres principales
razas
en ciertas representaciones populares para comprender a la
humanidad completa en ellas: oriental (mongoloide, a veces árabe),
blanco (caucásico) y negro (afrodescendiente),
respectivamente, pues Jesucristo extenderá su reinado sobre todos los hombres de la Tierra, según el mismo mensaje. Estas diferencias étnicas fueron recogidas y retratadas por artistas pictóricos del Renacimiento, además, hacia el siglo XVI, ingresando así al catálogo de iconos. Los tres, además, formaban parte de los autos sacramentales, retablos y dioramas con el pesebre de Belén y las representaciones didácticas o educativas que se hacían para la divulgación de la fe y los pasajes bíblicos, superando así el analfabetismo y la falta de acceso a la lectura entre los creyentes más modestos.
Muchos ritos y tradiciones forman parte de la celebración de la fecha. En las reuniones hogareñas que convoca la víspera del Día de Reyes, por ejemplo, se come en España el sabroso pastel llamado roscón de Reyes, llevado a las colonias americanas desde el siglo XVI y todavía muy popular en México con su rosca de Reyes. La tradición de la Noche de Reyes sería adoptada en la Península en la misma noche de la víspera, aquella con la que se recibe al Día de la Epifanía, adoptando también la tradición de las Cabalgatas de Reyes Magos del 5 de enero, iniciadas en el siglo XIX como fiesta de la víspera en la localidad de Alcoy, Alicante. Desde allí se expandió por el resto de España y comenzó a ser adoptada en otros países de habla hispana y formación cristiana, aunque ya fuera del campo de influencia colonial.
La tradicional Pascua de los Negros, el curioso nombre que se daría a la fiesta, era muy seguida en países como Perú, en tanto. Su capital había sido encomendada al patronato de los festejados, inclusive: Ciudad de los Reyes de Lima, consecuencia de la proximidad de la fecha de su fundación con la Epifanía y de la propia devoción que Francisco Pizarro tenía por la figura de los Reyes Magos. La denominación "de los Negros" surgirá por haber sido el momento del año en el que la Iglesia permitía y celebraba la fiesta navideña para los esclavos negros y los mulatos, justamente.
Por la influencia del Virreinato sobre la vida y las costumbres de la Capitanía, la misma tradición pudo pasar a Chile y otras gobernaciones, manifestándose con coloridos desfiles y grandes romerías. Así, Alonso de Ovalle se refiere con singular entusiasmo a las procesiones de la Epifanía en su “Histórica Relación del Reino de Chile”, de 1646:
La procesión que hacen los morenos en el día de la Epifanía y pascua de los Santos Reyes Magos no es en nada inferior a la de los indios, en la cual, fuera de los pendones, suelen sacar en trece pares de andas todo el nacimiento de Nuestro Redentor. Va en unas el pesebre con la gloria, en otras el ángel que da la nueva a los pastores, y en otras varios pasos de devoción, y por remate, los tres santos magos que siguen la luz de una grande estrella, que va delante, de mucho lucimiento. Entre otros pasos, se hace uno en esta procesión de tanta ternura que no se pueden contener algunos sin estremecerse, como lo he visto pasando por algunas de las comunidades de religiosos que salen a honrar la procesión pasando por sus iglesias, y es que viniendo la Virgen Santísima sentada en un taburete con su precioso Hijo a los pechos, le encuentra una nube, la cual abriéndose de repente, descubre una multitud de ángeles que vienen cada uno con su instrumento de la Pasión en las manos; el niño, dejando el pecho, se abalanza con grandes ansias, extendiendo los bracitos para recibir aquellos instrumentos de su amor, y la Virgen, con admiración, abre los suyos, levantando la cabeza a contemplar tan tierno afecto, y hácese todo esto con tanta viveza que no parece artificio sino cosa natural. Son las imágenes principales todas de estatura natural y algunas muy perfectas, y así causa gran ternura y devoción.
Para mayor solemnidad de esta fiesta, eligen los morenos cada año, por votos, un rey de su misma nación, cuya corona dura sólo este día, y así para lograr la mejor, no es decible la majestad que representa con un cortejo de otros muchos que se juntan de varias partes para esta fiesta, a la cual vienen algunos vestidos a la española, muy galanos y lucidos, otros a la usanza de su tierra con arco y flecha, formando varias cuadrillas en forma de pelea, haciendo sus acometimientos, entradas y salidas, como si lo tomasen de veras; llegan a hacer reverencia a su rey, atropados, corriendo a gran prisa, híncanle la rodilla y luego levantan una vocería que pone espanto. De esta manera corren todos después a hacer su adoración y reconocimiento al verdadero Rey del cielo que va en el pesebre, y prosiguen alegrando la procesión con varios géneros de bailes y danzas, en que hacen ventaja a los indios, porque son más alegres y regocijados. No contentos con esto, suelen hacer sus oraciones y representaciones, en que hay tanto más que ver y que admirar cuanto es menos el lugar y comodidad que tienen, por ser esclavos y no saber leer para atender a los ensayos, y así suele ser grande el concurso que se junta a estos actos.
Aquel nombre dado en Chile a la fiesta como Pascua de los Negros, parece provenir de tiempos tempranos de la Colonia. Como señala Aurelio Díaz Meza en sus "Leyendas y episodios chilenos", se cree que la iniciadora de la tradición en el país pudo ser Sor Constanza, hija huérfana del temido cacique Cadeguala (primer toqui en incorporar la caballería militar entre mapuches), originalmente llamada Millarea y quien había sido aceptada dentro de las monjas agustinas tras caer muerto en batalla su padre, específicamente en Purén. Ella habría construido y levantado un retablo dedicado a los Reyes Magos en el convento en 1605, dando especial énfasis al cortejo y la presentación del que era negro entre los tres, pues lo consideraba su compatriota.
Díaz Meza agrega que el destacado de entre los tres era Melchor, sin embargo, no Baltasar como ha sido la tradicional representación del rey negro entre ellos. Ahí iba entonces, "con su séquito de indios por detrás de las más altas montañas de tela pintada, y en su majestuoso desfile hasta llegar a postrarse a los pies del Niño-Dios", razón por la que esta celebración habría comenzado a ser llamada Pascua de los Negros, de acuerdo a tal versión de la historia.
Primera representación de los Reyes Magos visitando al Niño Dios en fresco de mediados del siglo II visible en las Catacumbas de Priscilla, Roma. Fuente imagen: sitio El Reto Histórico.
Retablo con escena del nacimiento en el Museo del Carmen de Maipú, con los Reyes Magos llevando sus obsequios. Obra de escuela quiteña en madera tallada y policromada del siglo XVIII. Donación de doña Amparo Martínez en memoria de doña Chita Ortúzar de Blasco Ibáñez.
Portada de la primera revista "Corre Vuela" del 1° de enero de 1908, de Santiago, con una caricatura de Julio Bozo Valenzuela, más conocido como Moustache, en donde dos reyes magos aparecen esperando en la calle al tercero que no ha logrado encontrar oro.
Celebración de la Pascua de los Negros en el International Sporting Club, en la revista chilena "Zig-Zag", enero de 1914.
Portada e interior de una tarjeta dirigida por Alone (Hernán Díaz Arrieta) a Gabriela Mistral, diciembre de 1956. Los tres Reyes Magos siguen a la Estrella de Belén en la portada. Fuente imagen: Biblioteca Nacional Digital.
Auto sacramental con la representación del pesebre de Belén en la localidad de Lota, en el diario "La Opinión de Lota" de enero de 1959. Era la tercera vez que se hacía la representación a cargo de la Compañía de Lota con voluntarios del propio campamento minero.
Sin embargo, el mencionado padre y cronista Ovalle es señalado como el principal responsable de la relación de la fiesta con el mundo afro en las creencias. Edelmira Muñoz dice al respecto, un artículo de la revista “En Viaje” (“El origen de la Pascua de los Negros”, enero de 1958), que su padre, don Francisco Rodríguez de Ovalle, quería obligarlo a volver a España, pero el primogénito se negó y buscó refugió en el convento de los jesuitas que lo habían educado, quienes lo enviaron a Córdoba a completar estudios y ordenándose sacerdote. Ocho años después, al regresar a Santiago, realizó obras de caridad y organizó cofradías de negros para asistirlos, evangelizarlos y alfabetizarlos, reuniéndolos para ellos en la Plaza Mayor de Santiago.
Como los esclavos no habrían podido participar de la Navidad a la sazón, Ovalle decidió que comenzaría a celebrar para ellos la Epifanía del Señor. Lo hacían así con las descritas procesiones que él mismo registró en sus crónicas, surgiendo así la denominación de Pascua del Rey Negro y Pascua de los Negros. No obstante, aunque se trate de un nombre especialmente popular en Chile, también se sabe que este no ha sido usado sólo en nuestro país.
En cualquiera de los casos que expliquen su nombre, no cabe duda de que fue una fiesta importante en la sociedad colonial y del primer siglo republicano. Como dato curioso del período, además, cabe comentar que cuando el poblado de San Lorenzo de Tarapacá aún era territorio peruano en la Pampa del Tamarugal, hubo allí un incidente en el que se vio involucrada una figura de plomo del Niño Jesús en el gran pesebre del pueblo, justo un 6 de enero. Sucedió que la imagen debió ser fundida para el plomo de los proyectiles usados por la resistencia tarapaqueña logrando expulsar a los invasores bolivianos en 1842, a pesar de la desventaja en que se encontraban los vencedores durante aquella guerra entre ambos países. Conocido como el Milagro de las Balas del Niño Dios, fue rescatado del olvido por el escritor Ricardo Palma en sus entretenidas “Tradiciones peruanas”.
Ya a principios del siglo XX, la misma fiesta se celebraba en las ciudades con eventos deportivos, disfraces, carros alegóricos y comparsas de personajes con las caras pintadas negras, asumiendo el papel de afrodescendientes. En la invitación extendida por el International Sporting Club para la fiesta de 1914, publicada en la revista “Zig-Zag” de enero, leemos en tono jocoso y carnavalesco:
El Directorio tiene el honor de comunicar a Ud. que, habiendo accedido a la solicitud de un grupo de negros (auténticos), recién llegados de las costas de Somalia, acordó facilitar para e martes 6 del presente, día de la Pascua de negros, nuestras canchas para un gran match de Lawn tenis, entre ellos, a las 4 de la tarde.
Aquel perfil copetudo de las celebraciones de la Pascua de Reyes se mantuvo varios años más en Santiago. La famosa y bohemia Terraza del Parque Forestal, que estaba sobre la laguna y su muelle de botes para paseo, era famosa en los años veinte para las alegres actividades y bailables desplegados durante la misma fecha. Esta clase de clubes bohemios revivieron las fiestas de Noche de Reyes, de hecho, después de haber entrado en un período de relativo olvido desde el siglo anterior. El diario “La Nación” del sábado 5 de enero de 1929 anunciaba así el encuentro de ese año, que contaría con la orquesta del maestro Alberto Méndez tocando valses, marchas, mazurkas, polkas y otros:
Será una fiesta social muy interesante y rica en sensaciones la que mañana en la noche se realizará en la terraza del Parque Forestal. Sabe ya nuestra sociedad que la reunión está basada en la simpática idea de hacer revivir las danzas de ayer, cuyas remembranzas de seguro aportarán un eco cariñoso al distinguido público que figura entre los habitués de la terraza.
El programa que se ha preparado consulta alternativas de bailes modernos y danzas del pasado, con el plausible deseo que jóvenes y viejos emulen en este hermoso torneo de estética. Sabemos, sí que el cambio de las danzas de ayer se verá aún más embellecido con la participación que tomarán también distinguidas jóvenes de nuestra sociedad.
En lo que ahora es el norte minero de Chile, en cambio, el santoral de los Reyes Magos tiene otras manifestaciones interesantes: es la misma en que se celebra al Niño Dios de Sotaquí, cerca de Ovalle, tradición remontada a principios del siglo XIX en la que se venera la imagen del Niño Jesús llegada al poblado hacia 1873 y se la consagra un 6 de enero, según información difundida por la Iglesia de Chile. En Toconao, en tanto, la larga fiesta de Navidad se extendía hasta mismo 6 de enero, convocando a devotos de la Provincia del Loa. La misma fecha de la Epifanía es celebrada en la Región de Tarapacá, en las sedes parroquiales de Iquique, Camiña, La Tirana y Pica. Tenemos a la vista, además, una emotiva descripción de la fiesta a mediados del siglo XX en la localidad tarapaqueña de Pica, por parte de Arnaldo González Smith en la revista “En Viaje” (“Noche de Reyes en el oasis de Pica”, diciembre de 1953).
Menos observadas son, en cambio, las tradiciones del Santo Bautismo del Señor o Solemnidad del Bautismo, que coincide con el 13 de enero en el Vetus Ordo o el domingo después de la Pascua de Reyes Magos según en Novo Ordo católico. Mencionado en los cuatro evangelios canónicos, es el momento en que Jesús recibe la unción de las aguas del Jordán, por San Juan Bautista. Se considera que este momento es aquel cuando baja el Espíritu Santo para reconocer la calidad de mesías de Jesús y cuando Dios Padre anuncia su filiación divina y su misión.
En otros tiempos, aquella fecha santoral representaba el cierre definitivo de las festividades navideñas y conclusión del período de la Epifanía, pese a no estar vinculada a un hecho en correlación temporal con el Nacimiento y los primeros días de vida terrenal de Cristo, sin embargo. En efecto, Jesús ya estaba en la adultez cuando Juan lo bautizó. Empero, además de su proximidad con la Epifanía en el calendario, este evento marca el momento exacto en que el enviado queda investido con la calidad y poder para predicar, suponiéndoselo así autorizado con la voz del propio Dios abriendo los cielos en aquel momento de teofanía, para dar inicio a su ministerio. Se expresa así, por ejemplo, en Mateo 3; 13-16:
Entonces Jesús llegó de Galilea al Jordán, a donde estaba Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trató de impedirlo, diciendo: “Yo necesito ser bautizado por Ti, ¿y Tú vienes a mí?”. Jesús le respondió: “Permítelo ahora; porque es conveniente que así cumplamos toda justicia”. Entonces Juan consintió. Después de ser bautizado, Jesús salió del agua inmediatamente; y los cielos se abrieron en ese momento y Él vio al Espíritu de Dios que descendía como una paloma y venía sobre Él.
Por aquel motivo, entonces, el Santo Bautismo quedaba relacionado con la Navidad, en la práctica: es el
instante en que Jesús comienza a cumplir con el destino por el que ha sido
enviado y nacido en el mundo de los hombres, más allá de su proximidad con la Epifanía en las fechas del santoral. Por esto tuvo importancia para el ceremonial cristiano y la
iconografía religiosa, también, especialmente en el arte bizantino, renacentista y
medieval. Pero, a pesar de su significación, la Epifanía y los Reyes Magos terminaron imponiéndose en
la percepción popular y utilitaria como el final de las tradiciones agendadas para el período
de cada Navidad, además de nunca haberse desprendido de su vínculo más estrecho
con la fe.
España y otros países cristianos aún celebran el Día de la Epifanía y de los Reyes Magos, pero en Chile esta fecha ha llegado bastante más debilitada a nuestra época. Algunas familias incluso repetían el rito de obsequiarse regalos durante el día de los Reyes Magos tal como en la Nochebuena, pero esto fue extinguiéndose al avanzar los tiempos. La excepción se da hoy entre algunas comunidades afrodescendientes del Valle de Azapa y localidades de Tarapacá como Huara o La Tirana, además de festejos organizados con disfrazados y actividades públicas en ciudades como Arica e Iquique. Se supone que la tradición en su estética y aspecto más "moderno" tocó aquellos territorios a fines del siglo XIX, en los tiempos de capitales salitreros y las migraciones internas provocadas por la industria minera.
Finalmente, cabe advertir que, en Hispanoamérica, el Día de los Reyes Magos sigue siendo una celebración importante y de alcance social en países como Cuba, México, República Dominicana y Puerto Rico. También se hacen algunas fiestas relaciondas con el día en Colombia, Venezuela y Paraguay. En Uruguay puede ser el día en que reciben sus regalos navideños los niños, además, por lo que los Reyes Magos vienen a ser allá el equivalente a Santa Claus.
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